domingo, 19 de junio de 2011

El Abogado Distraído.-

Personajes:

            - Nicomedes Garrido, abogado
            - Señora Sandoval, comerciante


Oficina de un abogado. Al fondo, una puerta. Al alzarse el telón, el abogado aparece trabajando en su escritorio.

Escena Única

El abogado, luego la señora Sandoval.

Abogado: Será un bello poema, una hermosa loa al trabajo. ¡Lástima que el último verso no me resulta! ¿De dónde saco una rima para “grises”? (Recitando con entusiasmo). “Tú, labor de cada día,--- hermosearás mis horas grises;--- tú me darás la alegría… (Se oye golpear en la puerta del fondo). ¡Paciencia, señor, paciencia! Imposible conseguir diez minutos tranquilos. (Recitando otra vez). “Tú me darás la alegría…” Es inútil; no se me ocurre nada. Grises, narices, codornices, lombrices… ¡Qué desgracia! Ninguna de estas palabras me sirve. (Golpean de nuevo). ¿Otra vez? ¡Paciencia! Pensar que me falta un solo verso para terminar mi obra maestra. ¿Quién llama? ¡Adelante! (Entra la señora Sandoval.)

Señora S: ¿Es con el abogado don Nicomedes Garrido con quien tengo el honor de hablar?

Abogado: Con el mismo, señora. La pregunta está absolutamente demás.

Señora S: No le entiendo, señor.

Abogado: Me ha hecho una pregunta inútil, puesto que muy bien sabe que ésta es mi oficina. Tenga la bondad de sentarse. (La señora Sandoval toma asiento).

Señora S: (Aparte). ¡Qué raro parece ser este caballero! (Al abogado). Vengo de un pueblecito cercano. Soy una modesta mujer que se gana la vida con su trabajo. Tengo un negocito de comestibles. Vivo muy cerca de un carnicero, quien mata allí mismo, en su carnicería, los animales.

Abogado: La compadezco. ¡Qué enormidad de moscas tendrá usted en su casa!

Señora S: No tantas.

Abogado: ¿Y?

Señora S: Ayer mi madre resultó herida por un novillo, no muy pacífico, que llevaban a esa carnicería.

Abogado: ¿Su señora madre vestía algún traje rojo tal vez?

Señora S: No, señor. Las cosas pasaron como voy a decirle. Mi madre estaba en su casa. El novillo era conducido por la calle. Frente a la casa acababa de detenerse un auto. El novillo se asustó del auto y se fue a estrellar contra la puerta de la casa…

Abogado: ¿El auto?

Señora S: No, señor, el novillo. Después dio una terrible patada contra la puerta. La puerta cayó en la cabeza de mi madre.

Abogado: ¡Pobre señora!

Señora S: El doctor tuvo que coser sin demora la herida que casi le compromete la sien derecha. Y, como si esto fuera poco, la bisagra rebotó.

Abogado: ¡Pobre señora! ¿Después de habérsele cosido la herida?

Señora S: ¡No, por Dios! Inmediatamente después del primer golpe.

Abogado: ¡Ah! Bueno. Es que usted se confunde. Aclaremos la cosa. Quedamos en que la cabeza de su madre rebotó.

Señora S: No, señor; la bisagra, que se desprendió de la puerta con el choque. (El abogado deja pasar un instante sin hablar nada. Visiblemente, piensa en otra cosa).

Abogado: Quedamos entonces en que la bisagra…

Señora S: Rebotó. Cayó con mucha fuerza sobre el velador, donde quebró la pantalla de una lámpara eléctrica. Una fina botella se rompió también.

Abogado: ¿También una botella? ¡Ah! El mal ejemplo de la lámpara eléctrica… (Deja de interesarse por la relación de su cliente y escribe en una hoja de papel. La cliente cree que toma apuntes sobre lo que ella le cuenta).

Señora S: Los trozos de cristal, al caer, hirieron en un pie a mi madre, que andaba en zapatillas. Entonces son éstos todos los perjuicios causados: la cabeza de mi madre, el pie de mi madre, la puerta, la pantalla de la lámpara eléctrica, la botella de cristal, el cierre de mi negocio, por los cuidados que debo prodigar a mi madre, y todavía, lo que mi madre ha perdido con esas cicatrices…

Abogado: (Con júbilo) ¡Cicatrices! ¡Cicatrices! ¡Ah! ¡Gracias, muchas gracias!

Señora S: ¿Cómo? ¡No comprendo!

Abogado: ¡Sí, sí! No sabe cuánto reconocimiento le debo.

Señora S: (Aparte). Este señor se ha vuelto loco.

Abogado: Buscaba desde ayer una rima para “grises”. ¿Comprende usted? Y ya la tengo, ya la tengo, gracias a usted.

Señora S: (Aparte). ¿Qué dice este caballero? Señor abogado, le aseguro que mi caso…

Abogado: Sí. Ya me lo ha contado. Lo conozco. Su madre dio un puntapié a un novillo que estaba cerca de una fina botella de cristal…

Señora S: ¿Cómo? No, señor.

Abogado: Un auto que se detuvo frente a la puerta cortó la cabeza de su madre.

Señora S: No, señor, permítame que le diga…

Abogado: (Quien continúa sin entender nada). El doctor cosió la herida…

Señora S: Eso sí, pero…

Abogado: Su mamá se puso las zapatillas para subirse al velador y, con el choque, la lámpara eléctrica saltó al auto que estaba detenido frente a la puerta. Diga si no recuerdo perfectamente bien lo que me ha contado.

Señora S: Perdón, señor. Usted lo enreda todo. No es eso.

Abogado: Precise entonces, señora. Precise. Yo no puedo adivinar la historia.

Señora S: Muy bien. Ayer mi madre fue herida por un novillo…

Abogado: ¡Ah! No, señora. Le ruego no repetirme su relato. En resumen. ¿Qué quiere que yo haga?

Señora S: Necesito su consejo para obtener una indemnización de perjuicios.

Abogado: Perfectamente. Vaya a un arreglo amistoso. Pida a ese carnicero un costillar de ese malvado novillo, por ejemplo. (Declamando entusiasmadísimo).

“Tú, labor de cada día,
Hermosearás mis horas grises;
Tú me darás la alegría,
Tú curarás mis cicatrices”

                  ¡Espléndido, maravilloso poema! Benditas cicatrices…

Señora S: (Aparte) ¡Se ha vuelto loco! ¡Se ha vuelto loco! (Huye gritando) ¡Socorro! ¡Socorro!

Telón.-



Comentario:

               Esta pequeña obra llegó a mis manos así como pasan muchas cosas en la vida, por pura casualidad.
           La verdad es que tengo la suerte de disponer de una biblioteca más o menos extensa y variada, gracias a la editorial Ercilla de los años 70 y al aprecio de mis abuelos. Además de esos libros, hay en mi biblioteca algunos más antiguos, y hasta con dedicatorias a personas muy queridas que ya han dejado de existir.
          Este sainete, o pequeña obra dramática en un solo acto, lo encontré explorando en mi reliquia personal. Proviene de un libro llamado “El niño chileno”, de don César Bunster, que es un libro de lectura para el Segundo año de Humanidades (algo así como el octavo año básico de la actualidad) y que, según un timbre en su parte posterior data por lo menos del año 1941.
              No voy a criticar el humor, ni la escritura del relato, sólo voy a señalar que lo publico aquí, después de 70 años, para recordar al abogado artista que algunos llevamos dentro.

Las Caras de la Justicia.-

Foto: masoportunidades.com.ar

Ficha:
Título Original    : Legal Briefs
Compilador        : William Bernhardt
Género              : Cuentos
Editorial             : Editorial Atlántida
Año                   : 1998
Páginas              : 314




Contenido:

1.- “El divorcio”, Grif Stockley
2.- “Justicia poética”, Steve Martini
3.- “Justicia de escaleras”, Jay Brandon
4.- “El cliente”, Richard North Patterson
5.- “Para eso estamos”, William Bernhardt
6.- “Rescate en el condado de Cook”, Michael Kahn
7.- “El abogado recluso”, Phillip Margolin
8.- “Voir Dire”, Jeremiah Healy
9.- “El cumpleaños”, John Grisham
10.- “Caminos”, Philip Friedman
11.- “Carga oculta”, Lisa Scottoline

Comentario:

Hoy les presento este libro, el cual llegó a mis manos por una de esas casualidades de la vida que sólo se producen al rebuscar tranquilamente dentro de una biblioteca.
Cabe señalar que a mí me auspicia hace casi un año la Biblioteca Viva de La Serena, así que puedo decir que este libro lo pueden encontrar allí en el evento en que les interese.
Esta recopilación de cuentos, tiene para todos los gustos, civiles, penalistas, temáticas de abogados de ejercicio libre, jueces, recién titulados, o aquellos que se encuentran en el ocaso de sus vidas.
Por lo menos esta antología nos sirve para explorar un poco más de los estilos literarios de los autores, además de John Grisham, tan popular entre los nuestros y alejarnos un poco de la literatura que éste, en cierto modo, nos ha impuesto.
Es un libro recomendable para leer mientras usted, como buen colega, se toma un café matinal, o se encuentra esperando una audiencia, o en una desagradable fila en algún servicio público. 

lunes, 13 de junio de 2011

Sacco e Vanzetti



Ficha:

Título Original: Sacco e Vanzetti
Dirección: Piero Donatti
Reparto: Gian Maria Volonté, Ricardo Cucciola, Cyril Cusack.
Año: 1971
Duración: 116 min.
Música: Ennio Morricone




Sinopsis:


         Ambientada en los Estados Unidos de 1920, este drama inspirado en una historia real se desarrolla en una época en que gran cantidad de inmigrantes italianos han llegado al país de la libertad a buscar mejores oportunidades laborales.
         El problema es que para los políticos de ese país, los inmigrantes representan una amenaza desestabilizadora de la democracia, puesto que llegan con ideas revolucionarias y anarquistas, influenciados por la revolución rusa de 1917.
         Es en este contexto, que Niccola Sacco, un obrero reparador de calzado, y Bartolomeo Vanzetti, un vendedor de pescado, ambos de origen italiano, resultan apresados, encarcelados y enjuiciados por el delito de robo con homicidio, en circunstancias que su verdadero delito ha sido pensar diferente y ser extranjero en un país con graves falencias en su sistema judicial.
         Durante el transcurso de la película, vemos cómo ambos sujetos son acusados formalmente, la entidad de las pruebas de que se vale el fiscal para sustentar su acusación y todo el proceso judicial que deben vivir dos inmigrantes inocentes, para proteger la política conservadora imperante en el país del norte.

Más Información: 



Ante la Ley



Ante la ley (Franz Kafka)


Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta al guardián y le pide que le deje entrar. Pero el guardián contesta que de momento no puede dejarlo pasar. EL hombre reflexiona y pregunta si más tarde se lo permitirá.
-Es posible –contesta el guardián-, pero ahora no.
La puerta de la ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el campesino se inclina para atisbar el interior. El guardián lo ve, se ríe y le dice:
-Si tantas ganas tienes, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón hay otros tantos guardianes, cada uno más poderoso que el anterior. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo soportar su vista.
El campesino no había imaginado tales dificultades; pero el imponente aspecto del guardián, con su pelliza, su nariz grande y aguileña, so larga barba de tártaro, rala y negra, le convencen que es mejor que espere. El guardián le da un banquito y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí espera días y años. Intenta entrar un sinfín de veces y suplica sin cesar al guardián. Con frecuencia, el guardián mantiene con él breves conversaciones, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final siempre le dice que todavía no puede dejarlo entrar. El campesino, que ha llevado consigo muchas cosas para el viaje, le ofrece too, aun lo más valioso, para sobornar al guardián. Éste acepta todos los obsequios, pero le dice:
-Lo acepto para que no pienses que has omitido algún esfuerzo.
Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años abiertamente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo entre murmullos. Se vuelve como un niño, y como en su larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, ruega a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz o si sólo le engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que brota inextinguible de la puerta de la ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte endurece su cuerpo. El guardián tiene que agacharse mucho para hablar con él, porque la diferencia de estatura entre ambos ha aumentado con el tiempo.
-¿Qué quieres ahora? –pregunta el guardián-. Eres insaciable.
-Todos se esfuerzan por llegar a la ley –dice el hombre-; ¿Cómo se explica, pues, que durante tantos años sólo yo intentara entrar?
El guardián comprende que el hombre va a morir y, para asegurarse de que oye sus palabras, le dice al oído con voz atronadora:
-Nadie podía intentarlo, porque esta puerta estaba reservada solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

lunes, 6 de junio de 2011

Philadelphia

Ficha:
www.moviegoods.com

Título Original      : Philadelphia
Género                : Drama
Dirección             : Jonathan Demme
Reparto               : Tom Hanks, Denzel Washington, Antonio Banderas.
Año                     : 1993
Duración              : 126 min.



Sinopsis:

Andrew Beckett es un joven abogado, que trabaja en un reconocido y exitoso bufete de Filadelfia. Se le ha encargado la tramitación de un juicio muy importante para la firma en la que trabaja, y debe demostrar su calidad profesional.
Uno de los socios del bufete, se da cuenta de que Andrew tiene una misteriosa mancha en el rostro, por lo que comienzan a sospechar que éste oculta algo.
Extrañamente, la demanda en la que Andrew había trabajado tan afanosamente, desapareció y, a pesar del pánico producido en la oficina, sacaron adelante el juicio y pudieron ganarlo.
Posteriormente Andrew es llamado a la oficina de sus superiores, donde finalmente es despedido debido a su “incompetencia” en la tramitación del juicio que se le había encargado. Pero no es esa la verdadera razón de su despido. El joven abogado ha adquirido el VIH y ello afecta la imagen de tan respetado bufete.
Andrew decide luchar contra todos quienes lo discriminen y contrata a Joe Millar para que tramite su juicio por despido injustificado.




Comentario:

     Philadelphia es una película muy emotiva, que trata acerca de la discriminación hacia las personas con el virus de inmunodeficiencia humana. Además, nos muestra la lucha de una persona por el respeto de sus derechos humanos y por ser comprendido en un mundo donde el virus del sida convierte a las personas en una verdadera lacra social.
     Debemos recordar que esta película fue estrenada en el año 1993, pero a pesar de ello, no nos parece tan lejana esta situación. Todavía hay personas a quienes la homosexualidad les parece “incómoda” y otros que creen que el sida se contrae hasta por saludar a quien lo porta.
    Lamentablemente es nuestra ignorancia como sociedad la que nos lleva a discriminar a las personas con VIH, a aislarlas y a menospreciarlas.
   Esta es una película para reflexionar acerca del sentido de los derechos humanos, y un llamado a respetarlos en todo momento y respecto de todos, además de ser una conmovedora historia de coraje y amistad.


   

domingo, 5 de junio de 2011

Señor Abogado





"Toda persona tiene derecho a defensa jurídica en la forma que la ley señale y ninguna autoridad o individuo podrá impedir, restringir o perturbar la debida intervención del letrado si hubiere sido requerida."
(Artículo 19 N°3 Constitución Política)

"El imputado tendrá derecho a ser defendido por un letrado desde la primera actuación del procedimiento  dirigido en su contra."
(Artículo 8° Código Procesal Penal)



Señor Abogado (Lucho Barrios)




Déjeme tranquilo, señor abogado 
No quiero defensa, prefiero morir 

Yo la he matado, 
Porque se ha burlado 
De mi amor sincero 
delante de Dios. 

Era noche fría 
cuando en el trabajo 
cambiaron de horario, 
tuve que volver. 

Entré muy despacio, 
para despertarla 
con suaves caricias 
y besos también. 

Lo que vi esa noche, 
no es para decirlo, 
ella me engañaba 
con otro querer. 

Muy desesperado, 
busqué en el ropero 
un arma de fuego 
y la acribillé. 

Ella era mi vida, 
ella era mi todo 
ahora que está muerta, 
para qué vivir. 

Por eso le ruego, señor abogado, 
no quiero defensa, prefiero morir…

La Citación

Ficha:
Título Original        : The Summons
Autor                    : John Grisham
Género                  : Novela de ficción
Editorial                 : Ediciones B
Año                       : 2002
Páginas                  : 414




Sinopsis:

                Ray Attle es un abogado, recientemente divorciado y aficionado a las clases de vuelo, profesor de Derecho Antimonopolios en la Universidad de Virginia. Proviene de una familia aristocrática del condado de Clanton, en Missisipi.
                Su madre murió cuando era apenas un niño. Su padre, el juez Reuben Attle, quien siempre fue un hombre muy estricto y respetado en su distrito, se encuentra viviendo sus últimos días, debido al cáncer que lo aqueja. Su hermano menor, Forrest, es un adicto al alcohol y a las drogas, por lo que entre ambos existe una relación bastante complicada.
                El juez Attle, ante la inminencia de su muerte, envía cartas a su hijos solicitando su presencia en la casa paterna, para afinar los detalles de su testamento.
                Ray acude al llamado de su padre, pero al llegar a su ciudad natal, lo encuentra  muerto en su despacho y a su lado, el consabido testamento. Pero no es todo lo que encontró allí. Para su sorpresa, el juez guardaba en un armario tres millones de dólares en dinero efectivo, cantidad que no mencionaba en el testamento y que Ray deberá descubrir su procedencia a lo largo de la historia.


Comentario:

                Cada vez que se trata de John Grisham, nos encontramos con un libro muy fluido, de lectura muy rápida y que mantiene el suspenso hasta el final.
                Al principio, pareciera que la sencilla historia del hijo que encuentra varios millones de dólares en el armario de su padre muerto tiene una fácil respuesta: que su padre no era tan intachable como parecía y que esos millones provienen de actividades ilícitas o sobornos.
                Si bien, el juez Attle era una persona muy respetada en su ciudad, generoso con quienes solicitaban su ayuda, con una reputación intachable, había desarrollado con sus hijos una relación más bien distante.
                Ambos hijos se habían negado a cumplir los sueños de su padre, quien prácticamente había planificado sus vidas, sus carreras y ocupaciones. Forrest y Ray habían tomado caminos separados, vivían en otras ciudades, lejos de la autoridad paterna, que en cierto modo, les ahogaba.
                Forrest y sus problemas de alcoholismo y drogadicción, había sido un problema constante para todos en la familia; Ray buscó tranquilidad en el ámbito universitario, donde se desempeñaba como profesor.
                La actitud de los hijos hacia su padre es una constante de arrepentimientos truncados por la muerte y, debido a ella, cada uno descubre a su modo la importancia del juez en sus vidas.
                La intriga se da en torno a una cantidad considerable de dinero. Tal como dice Cindy Lauper en su canción, “Money changes  everything”. Durante el transcurso de la historia, vemos cómo los personajes van cambiando por interés y nuestro protagonista lucha contra sí mismo para descubrir la verdad.
                Un dilema ético para cualquier abogado que se precie de ser una persona con algo de ambición.
                La pregunta es ¿Qué haríamos nosotros en su lugar?

Contra los Abogados



(Luis de Góngora)




Oh, tú de los bachilleres,
que siempre en balde has leído
y más pleitos has perdido
que una muchacha alfileres;
médico en derechos eres,
pues no has tomado a proceso
pulso, que en el buen suceso
hayan tu ciencia ostentado
la cera del demandado
o las cadenas del preso.